

1 de junio de 2020
Día 9
Y hoy, por fin, llegó el gran día. Apenas eran las 11 de la mañana cuando llegué a Roma. Como hasta las 7 de la tarde no tenía programado ir a la Casa del XX Settembre, tenía tiempo de hacer una pequeña visita por la ciudad. Ya había estado aquí en numerosas ocasiones; el Coliseo, el Foro, la Fontana di Trevi, la Piazza Nabona, el Panteón de Agrippa, la Domus Aurea, el Circo Máximo, las Termas de Caracalla, el Trastévere, Villa Borguese… eran mis sitios favoritos donde perderme. Pero esta vez era diferente, me había propuesto realizar una visita distinta a las anteriores, una que me hiciera sentir más próximo a la Santa. Quería recorrer sus rincones y mirarlos con sus ojos y con su espíritu.
Para ello, dejé que sus cartas me guiaran por los lugares que le fueron especialmente queridos y significativos:
Del Castillo de Sant Angelo: “Como coronándolo, el arcángel San Miguel con la espada desnuda, como amenazando el castigo que va a venir a Roma si no dejan de profanarla. A mí así me parecía y sentía muchísima pena. Pero ¡qué estatua será cuando desde tanta distancia se ven tan hermosa y airosa!” (Carta N. 268).
De la Basílica de San Pedro: “¡Qué templo, Madre! Yo no pude por menos que besar su suelo al pisarlo y dar gracias a Dios porque ha habido tiempos en que se le ha conocido y se le ha honrado algo de como se merece.” (Carta N.268).
De los templos que alberga la ciudad de Roma: “Cuando aquí se ven tantos templos prácticos en los santos que encierra esta Roma, se avergüenza una de ver lo poco que hace por Dios, y se deshace en deseos de hacer….” (Carta n.287).
De la Iglesia del Gesù: “Crea usted que aquí los monumentos sacan de tino, y se ve la grandeza de Dios de una manera tan elevada, que las cosas de la tierra, esas que tanto halagan, se empequeñecen de manera que se pierde de vista” (Carta N.270).
De la Iglesia San Ignacio: “Ya triunfó el Corazón de Jesús en Roma. Hoy, a las dos y media con todo el calor, vino el P. Rodeles rebosando gozo a comunicarnos de parte de nuestro cardenal protector que la fundación está admitida por Su Santidad sin condición alguna, ni de sitio ni de nada, con absoluta libertad. Figúrese nuestra alegría”. (Carta N.277).
De la búsqueda de su casa en Roma: “Dios nos lleva por su mano, Madre, y su providencia se palpa (271). Yo confío ciegamente que todo nos lo dará, y que el Sagrado Corazón reinará en nuestra casita de Italia (277). […] Los pies los tenemos estropeados de tanto andar y ver casas (283). Ahora tenemos muy buenas y en muy buenos sitios a la vista. Una junto a la vía Nacional, precioso sitio y buena casa” (285). […] Estos días no he podido escribir a usted por lo muchísimo que había que hacer… Todo sea a mayor gloria del Corazón de Jesús, que nada es para lo que se merece y para el encanto que hoy tiene la casa (Carta N.288).
Y con estas palabras de Santa Rafaela, llegué frente a la Casa del XX Settembre. Allí, las hermanas me sorprendieron con un emocionante recibimiento:
Muchos han sido los kilómetros recorridos, las dificultades encontradas, las emociones experimentadas… Y ahora, por fin, me encuentro en CASA, junto a ella, contándole todo lo vivido en estos días. Ella me escucha, me transmite alegría, gratitud y, sobre todo, amor, mucho amor.